El volcán Tacaná: aventura, naturaleza y tradición en la cima de Chiapas
- Noé Farrera Garzón
- hace 3 días
- 2 Min. de lectura
En la frontera natural entre Chiapas y Guatemala se alza majestuoso el volcán Tacaná, con una altura de 4,093 metros sobre el nivel del mar, lo que lo convierte en el más alto de Chiapas y uno de los más impresionantes del sur de México.
Este coloso forma parte de la Reserva de la Biósfera Volcán Tacaná, un área protegida que resguarda una extraordinaria diversidad de ecosistemas, especies endémicas y tradiciones vivas.

El Tacaná es uno de los destinos más destacados para el turismo de aventura y el ecoturismo. Su ascenso es una experiencia que combina el reto físico del senderismo de altura con el descubrimiento de una vasta riqueza natural. Dos rutas principales llevan a la cima: la ruta por Chiquihuites y Papales, ideal para quienes buscan un contacto directo con el cráter, y la ruta que sigue la línea fronteriza, perfecta para disfrutar de panorámicas únicas entre México y Guatemala.
Durante el recorrido, el paisaje cambia de manera impresionante: desde cafetales y bosques mesófilos hasta selvas tropicales y páramos de altura. El avistamiento de aves como el quetzal y el pavón es una de las grandes atracciones para los amantes de la naturaleza, así como la posibilidad de convivir con comunidades locales que conservan sus tradiciones y conocimientos ancestrales.
Además de su riqueza ecológica, el Tacaná es un sitio cargado de significado cultural. En sus faldas floreció la antigua ciudad maya de Izapa, y aún hoy, el volcán es considerado sagrado por varios pueblos indígenas de la región. Cada año, especialmente en fechas como el equinoccio de primavera o durante la Semana Santa, se realizan rituales de agradecimiento a la montaña.
Grupos de caminantes y comunidades locales colocan ofrendas florales, incienso y rezos en puntos clave del ascenso, en honor a los espíritus de la naturaleza y en busca de protección para el viaje.
Las mejores épocas para realizar esta aventura son durante el invierno, de diciembre a febrero, cuando el clima es más seco y las temperaturas permiten un ascenso más seguro. También la Semana Santa es una temporada popular, cuando se organizan ascensos grupales guiados.
Para quienes decidan explorar el Tacaná, se recomienda contratar guías locales certificados, llevar ropa térmica y adecuada para el senderismo, así como estar en buena condición física. La recompensa: una de las vistas más impresionantes del continente, con la posibilidad de ver el Océano Pacífico y el horizonte extendido entre dos países.




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