El Primer faro franciscano en Yucatán hoy Campeche
- Noé Farrera Garzón
- 29 may
- 2 Min. de lectura
Ubicado en el corazón de lo que alguna vez fue el asentamiento maya de Ah-Kim-Pech, el Templo y Antiguo Convento de San Francisco de Asís, es uno de los tesoros históricos más relevantes del sureste mexicano. Aquí, según relatan los cronistas, se celebró la primera liturgia católica en la península de Yucatán en 1517, marcando el inicio del proceso de evangelización en la región.

Construido en 1546, este conjunto franciscano es considerado el primero de su tipo en la península y fungió como punto estratégico para la expansión religiosa durante la colonización española. Su arquitectura responde a los cánones renacentistas empleados por la orden franciscana, con una nave principal sostenida por arcos torales y techos de vigas y viguetillas de madera, que han resistido el paso de los siglos.
El convento no solo es valioso por su diseño, sino también por los acontecimientos históricos que lo rodean. En 1562, Francisco de Toral, primer obispo de Yucatán, bautizó en este recinto al hijo de Martín Cortés y nieto del conquistador Hernán Cortés, hecho que refuerza su importancia en la historia colonial mexicana.
Su fachada conserva la sobriedad franciscana, con una portada sencilla y armoniosa, enmarcada por un portal de peregrinos y una espadaña que corona el conjunto. Todo el espacio transmite una atmósfera de recogimiento y memoria viva, convirtiéndolo en una parada obligada para los viajeros que buscan una experiencia auténtica entre historia, arquitectura y espiritualidad.
El nombre Ah-Kim-Pech proviene del idioma maya y significa “pueblo de la cabeza de garrapata”, un reflejo de la rica tradición lingüística y cultural de los antiguos pobladores de la región. Este nombre ancestral no solo remite a la cosmovisión y forma de nombrar el entorno de los mayas, sino que también establece un vínculo directo con la actual ciudad de San Francisco de Campeche, que nació sobre los cimientos de este antiguo asentamiento prehispánico.
Antes de la llegada de los españoles, la zona estaba habitada por comunidades mayas que construyeron asentamientos estratégicamente ubicados y fortificados. Con la conquista en el siglo XVI, Campeche se transformó en un puerto clave para la Nueva España, lo que atrajo tanto el florecimiento del comercio como la amenaza constante de ataques piratas.
Esta situación impulsó la construcción de murallas, baluartes y fortificaciones que aún hoy rodean el centro histórico de la ciudad y forman parte de su invaluable patrimonio cultural, reconocido como Patrimonio Mundial por la UNESCO.
Caminar por el antiguo pueblo de Ah-Kim-Pech y visitar el Templo de San Francisco de Asís es recorrer los orígenes de la mezcla cultural que dio forma a la identidad peninsular. Una joya arquitectónica que invita a descubrir la esencia del pasado en cada piedra, cada arco y cada rincón.




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