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  • Foto del escritorMario Fuentes

Carnaval Zoque, 6 días de vibra espiritual



Dicen que el mexicano a donde vaya siempre tendrá algo que celebrar, puede ser que ese dicho tan coloquial tenga un significado inicial durante la época virreinal por falta de indagación y no entendible hacia la herencia cultural basada por una ritualidad constante ante los ciclos calendáricos en beneficio de la población, claro que esta ideología fue trascendiendo durante las generaciones hasta nuestros días, cabe recalcar que existió una mezcla y evolución de estos escenarios culturales al pasar de los años.



Nos ubicamos en el sureste mexicano dentro del maravilloso estado de Chiapas, pudiendo observar un panorama tan heterogéneo en todos los sentidos, principalmente en el ámbito cultural por la gran variedad de etnias que aún viven dentro de la zona, desarrollando una vida completamente normal sin despegarse de sus hábitos prevalecientes y muchos de ellos reconocidos a nivel nacional como una experiencia que no se quieren perder. El municipio Ocozocoautla de Espinosa, una de las entidades localizadas en la depresión central chiapaneca, cuya importancia cultural es denominada Zoque (grupo étnico actual del estado con más antigüedad con un periodo Formativo de 2500 a.C. hasta 100/150 a.C.) se menciona según los códices del tlatoani mexica Ahuizotl esta región fue nombrada “Jave-Pagcu-ai” el cual quiere decir: Los que pelan con los pedernales; actualmente tiene un seudónimo identificativo, “Coita” nombrado así por cariño y la práctica de pedir al “Coitan” [cualquier pertenencia vendida o intercambiada](Newell, 2018, PP. 10-11).



Apartando de todo lo antes mencionado hay un conjunto de acciones que destacan este municipio y es su popular Carnaval Zoque; a pesar que esta etnia se posiciona en varios distritos de Chiapas, cada una tiene sus particularidades, es bien sabido que estos eventos se inician desde tiempos remotos cuando las primeras civilizaciones se ven en la necesidad de implantar una cosmovisión y con el paso del tiempo se fueron correlacionado a las culturas de los conquistadores creando un sincretismo en constante cambio.



Hoy en día se puede decir que el carnaval, es de entrada un suceso ritualístico tanto como real que comienza en estricto sentido por la misma gente de la población, este magno evento consta de una duración de seis días en la cual se involucran diferentes personajes y autoridades que se encargan de preservar esta vibras espirituales respetando los ciclos establecidos que son: “La ritualidad y organización interna del carnaval, el ciclo de siembra, cuidado, cosecha y agradecimiento relacionado con el calendario agrícola originario zoque, las actividades en el calendario litúrgico católico y los días de los santos y vírgenes patronos del pueblo así como sus barrios tradicionales y los cowinas.” (Newell, 2018. P.15).



Dolores Aramoni, una investigadora experta en el tema de esta cultura hace una explicación sobre la definición de “Cowiná” o “Cohuina” una palabra que sin duda tiene un gran significado no sólo para la población si no para desarrollar el carnaval; menciona que puede hablarse de un lugar en el cual se rinde culto a las imágenes, como bien puede ser el dueño del retrato y es encargado de protegerlo, mismamente puede tratarse de una cooperativa que se encargaría de organizar una casa o capilla. Otros intelectuales en el tema como lo es Carolina Rivera, reafirma que “El cowina es la casa donde resguardan la imagen del santo, así como la pareja de cargueros responsables de la imagen”.



Durante estos días el municipio es una impresionante aglomeración de gente, pero a pesar de todo esto te sientes bienvenido, ¿por qué sucede esto? como antes se mencionaba los procesos fueron evolucionando con el paso del tiempo, actualmente el poblado quiere que todos se sientan identificados con el Carnaval, no importa que tan ajeno seas a sus tradiciones, lo que ellos buscan es hacerte apreciar como en tu casa, un rasgo distintivo de esta sociedad; por eso durante esta festividad existen “Tradiciones” inclusivas como la “guerra de talco y espuma” donde personas de todas las edades pueden interactuar con cualquier sujeto sintiéndose cercano a él. Existen varios círculos participantes en estas acciones: “en el primero está la gente responsable de la celebración; después, hay un segundo y un tercero, formados respectivamente por quienes vienen sólo a divertirse en las cohuinás, pero no cargan con la responsabilidad de la tradición, y los que únicamente asisten para divertirse o formar un campo de batalla.” (Newell, 2012. P.177).



Estos eventos también tienen un nivel jerárquico que ayuda a la ejecución perfecta y más que nada pretende seguir un orden que va trascendiendo con las generaciones, lo que se busca es no tergiversar con lo que se crea en un principio, lo cual vale la pena mencionar en este apartado:


“1) Escribano, quien lleva el control de las limosnas, 2) yumiyomo, quien atiende a los invitados, 3) Nanaocó, las personas que elaboran la comida, 4) yamatumó, personas “emprestadas” por otros cohuinás, 5) coponyomó, mujeres que ayudan en diferentes quehaceres, 6) coponjayá, hombres que ayudan en diferentes quehaceres, 7) correlonas, mujeres que con anticipación salen a las calles a invitar gente para ser llevadas en casitas a la cohuiná, 8) caporal, el encargado de estar pendiente de que la vestimenta del Mahoma esté en perfecto orden, 9) jumi-yumá, ayudante del escribano, 10) los tu más, ayudantes del jefe, y 11) los coponyumá, cargadores especiales.” (Newell, 2012. P.181).



Claro que para concluir con las festividades no debe hacer falta las danzas conmemorativas, que sin duda tienen un significado bastante enraizado con la población y la historia que quiere narrar a la hora del acto dancístico; básicamente se componen por un núcleo de movimientos rítmicos-corporales, interrelacionados de manera variable con otras dimensiones semánticas, algunos autores consideran que pueden aplicar las danzas del ciclo del carnaval son “La danzas de los pastores; la danza de los reyes, la danza del Mahoma o de los enlistonados, el martes del carnaval y la danza del tigre y del mono, bailada también el martes del carnaval” (Loi, 2009. P. 316). Y así es cómo se vive el proceso cultural en uno de los tantos lugares del estado como del país que aún siguen vigentes sus tradiciones, teniendo en claro que no quieren desapegarse de ellas y que trasciendan por mucho tiempo más.



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